domingo, 13 de enero de 2008

Azcano y la peregrinación de la forgasia.



Saltándome la rienda de los juegos como tal la tenía trazada, paso a la empresa carpintera de Azcano ,que me sugiere un lector de este blog, José María, que recordaba a Conchina la del Nietu cogiendo forgasia,'Quien no se iba a acordar de su singular figura, sus decires y desplantes?


La carpintería Azcano, las nuevas naves pues ya existía otra nave más antigua en el callejón que daba a la finca de Melón. La nueva instalación que dió lugar al arranque de la hoy calle de Baizán, abrió con su aparición todo un mundo desconocido para nosotros, pues llegaba la industrialización y la articulación del incipiente polígono que se encuentra hoy entre la Avenida Melón y la Calle Baizán y la carretera de Tremañes, conocíamos la nave de persianas Trabanco pero poco más, y de repente en pleno corazón de nuestra peculiar Atlántida surge Azcano, ¡cuántas panaderas no me cayeron por culpa de aquellas instalaciones¡


Su aparición trajo consigo no se porque, una inundación en la zona, creándose un charcal de buena profundidad, como la cosa estaba empezando pues apenas si había guarda, por lo cual los chavales nos dedicamos a desplazar los grandísimos tablones que por allí pululaban y hacíamos travesías por el charcal, horas estábamos dale que te pego, hasta que probábamos la inevitable caída.


Como no se podía ir a casa a decir que estábamos mojados, pues seguíamos jugando bien con los tablones o por entre la maquinaria, de aquella apenas si habían cerrado y blindado la empresa, y para recobrar calor pues eso un baño o una pelea de “forgasias” o sea de virutas de madera.


Cuando ya la cosa parecía que no chorreaba demasiado pues nos íbamos, siendo Sábado o Domingo al bar de Aurorina, “La Bolera” a enchufarnos a la televisión en aquel bello rincón en el que nos juntábamos una buena caterva de críos, que veíamos encantados lo que nos echaran Bonanza o lo que cayera pues en casa no había televisión, yo la veía en el Bar de Aurorina o en casa de Carola y el Parrichu, que nos dejaban por la tarde noche y con la banqueta a ver las películas, Vaya invasiones y que paciencia la de nuestros anfitriones a los cuales invadíamos la muchachada de la calle Los Pinos.


Azcano era a su vez nuestro calvario, pues era la suministradora oficial de forgasia para encender la cocina, para la cama de los conejos , o de los gochos, que de todo hubo en casa , menos vacas, mi padre hizo gala siempre de su buen hacer y afición a los animales.


También buscábamos madera de baldío, o sea sobrantes” si bien en un primer momento había en abundancia luego la cosa se iba complicando pues la escasez o la aparición de camiones que atesoraban con avaricia nuestra demandada “forgasia “ y serrín para otros menesteres como echarlo en las sidrerías, pues nos obligaban a la peregrinación semanal a por forgasia, si traíamos poco porque traíamos poco, si había mucho no había madre que luego la trajera en carretillos desde la nave de Azacano hasta casa. Era toda una liada con nuestros progenitores.


Yo me veo siempre pegado a una inmensa carretilla roja que hizo mi padre, que pesaba un quintal, buena como ella solo pues todavía está en casa de mi madre, y en la cual iba casi todas las semanas o cada quince días o bien a por carbón a la Dehesa, o bien a por forgasia, rogando en este último caso que hubiera existencia, y que no fuéramos pasto de algún jefecillo caprichoso al que molestaba tanto pedigueño de forgasia.


Siempre había algún trabajador que nos echaba una mano diciéndonos donde había una “ñiata de forgasia buena, o maderuca pa la cocina”. A mi me impresionaban aquellas ringleras de maquinas cortadoras o cepilladuras, una de ellas estando yo recogiendo la viruta se llevó parte de la mano de un trabajador, se armó la de coller, y ya se concluyó aquello de ir por entre los montones que las maquinas producían, luego se centralizó la recogida en la zona de la nave antigua, cayendo la inestimable “forgasia” por una tolva, era ya la industrialización a tope representada tambien por la uniformación a base de fundas azules que eran todo un bien preciado en el mundo de la aldea,



Así era nuestros proveedores, sala de juegos y supervivencia, y dar las gracias a José María, con el cual a buen seguro me habré tropezado en las clásicas peregrinaciones de la forgasia, por hacer que resucitara este olvidado recuerdo.


Hoy tal instalación la ocupan una chatarrería un unos talleres de chapa, hoy dedicados a gruas ya cerrados

Un saludo

Victor Guerra

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