Como concejal fue el promotor de la Gota de Leche y más tarde, en las elecciones de 1931, se convirtió en el primer regidor de la ciudad elegido democrática mente tras el cambio de régimen
POR JANEL CUESTA/
Cuando estamos a la puerta de la efervescencia electoral y no pocos luchan por ocupar un sillón en el salón de plenos de nuestro Ayuntamiento, y, por supuesto, el objetivo principal es conseguir la presidencia de la corporación municipal, cabe recordar que choca todo ello años más tarde con el ingrato olvido de que hacemos gala los ciudadanos de a pie respecto de nuestros ediles cuando, pasado un tiempo, no mucho, hacemos buena la socorrida frase: si te vi no me acuerdo.
POR JANEL CUESTA/
Cuando estamos a la puerta de la efervescencia electoral y no pocos luchan por ocupar un sillón en el salón de plenos de nuestro Ayuntamiento, y, por supuesto, el objetivo principal es conseguir la presidencia de la corporación municipal, cabe recordar que choca todo ello años más tarde con el ingrato olvido de que hacemos gala los ciudadanos de a pie respecto de nuestros ediles cuando, pasado un tiempo, no mucho, hacemos buena la socorrida frase: si te vi no me acuerdo.
Por eso en más de una ocasión hemos dedicado varias páginas a recordar a algunos alcaldes del pasado, y hoy hacemos justicia con Isidro del Río Rodríguez que fue alcalde del Ilustre Ayuntamiento de Gijón allá por el año 1931 y, aunque para muchos gijoneses esta fecha queda muy lejana, en cambio los de cierta edad le recuerdan por muy variados motivos, pero fundamentalmente por haber sido el primer alcalde republicano elegido democráticamente y, por si esto fuera poco, también en su dilatada vida de empresario dejó huella como industrial del ramo de la fundición cuyo legado ha llegado hasta nuestros días.
Isidro del Río Rodríguez nació en Tremañes en el año 1869 en el seno de una familia modesta y numerosa, como era habitual por aquellas fechas. Hijo de Manuel del Río, natural de Luanco y de Balbina, gijonesa oriunda de la parroquia de San Julián de Somió, y después de cursar los primeros estudios en la escuela pública de su mismo barrio, comenzó de muy joven a trabajar en la Fábrica de Kessler, Laviada y Compañía, situada por entonces en la calle de La Rueda, dentro del barrio del Carmen, y fue distinguido por la empresa al jugarse la vida para sofocar un grave incendio que se produjo en la sección de máquinas. El jovencísimo Isidro del Río, sin pensárselo dos veces, atravesó las llamas y pudo abrir todos los grifos del agua próximos a los talleres, evitando la total destrucción de la fábrica. Este suceso le dio un gran prestigio personal entre sus compañeros de trabajo y tuvo un considerable eco en los medios de comunicación de la época.
Emprendedor
Prueba del dinamismo del joven Isidro del Río, es que en el año 1890 cuando sólo contaba 21 años de edad ya regentaba su propia empresa la Fundición Isidro del Río, ubicada en la actual Avenida de los Hermanos Felgueroso, próxima a lo que se conocía como la Cruz de Ceares. El auge de su industria iba parejo con su inquietud social e interés hacia los temas culturales, por lo que no tardó en involucrarse políticamente como hombre liberal y republicano llegando a ser presidente del Centro Instructivo Republicano de la Villa de Gijón.
Isidro del Río Rodríguez contrae matrimonio con la joven María Buznego Pérez, de cuya unión nacerían cinco hijos: Agapita, Maruja, Cándida y los varones Luis y Pepe, que fallecerían años más tarde durante la Guerra Civil del año 1936. Pero para esas fechas ya se habían producido en toda la nación, y en Gijón principalmente, sucesos de notable importancia histórica, puesto que en el año 1922 Isidro del Río formó parte de la corporación municipal que presidía el alcalde don Arturo Rodríguez Blanco, teniendo a su cargo temas sociales y culturales. Desde esa concejalía fomentó la creación del edificio de la Gota de Leche a través de la Junta de Protección de Menores, proyectó asimismo las famosas casas baratas del barrio de El Coto para los empleados municipales y adquirió los terrenos para la escuela publica de La Guía, entre otras muchas actividades que no pudo concluir, puesto que cesó en la concejalía con la llegada de la dictadura del general Primo de Rivera.
El triunfo de 1931
Permaneció apartado de la política oficial hasta la llegada de la Segunda República en el año 1931, cuando ocupaba la alcaldía don Claudio Vereterra y Polo. Concretamente el 16 de abril de dicho año, siendo presidente de la República Alcalá Zamora, con el triunfo de la Unión Republicana Socialista, de los 38 concejales con derecho a voto, 31 pertenecían a la coalición de repúblicanos-socialistas y los otros siete de ascendencia monárquica estaban agrupados bajo las siglas Candidatura Gijonesa. El prestigio y fidelidad a las arraigadas ideas republicanas de Isidro del Río propiciaron la amplia victoria ante sus rivales políticos, puesto que obtuvo 24 votos sobre los cinco votos del repúblico-federal Ramón Fernández González, y sus otros dos contrincantes Luis Blanco Rodríguez y Julián Ayesta Manchola que obtuvieron un voto cada uno. También hubo un voto en blanco.
En aquella primera corporación municipal de la II República, en la que todo Gijón vibraba de euforia ante el esperanzador futuro, formaban parte también relevantes gijoneses tales como Gil Fernández Barcia, José Valdés Prida y Vicente del Castillo, que serían tres de los siete tenientes de alcalde, así como los concejales Félix Guisasola y García Castañón, Severino Cadavieco González, Robustiano Ceñal Morís, Manuel Tuya Cifuentes, Dionisio Morán Cifuentes, Juan Manuel del Busto, Germán de la Cerra Lamuño y Urbano León Quirós, entre otros.
Legado a la ciudad
Aunque sólo permanecieron en el Ayuntamiento hasta el 11 de diciembre de 1931, llevaron a cabo importantes realizaciones, como fueron la potenciación de los centros de enseñanza y asociaciones culturales así como necesarias obras de urbanismo, ensanche de calles, la gratuidad de libros en el instituto de Jovellanos, Escuela de Comercio y Escuela de Trabajo y por supuesto los tradicionales cambios de nombres de calles y la deseada cesión del Cerro de Santa Catalina para convertirlo en parque público.
Lograron de la Caja el regalo de una libreta a todos los niños nacidos el día de la proclamación de la República.Siguió con su actividad empresarial y cultural hasta su fallecimiento el día 14 de junio de 1941, a los 72 años, y la fundición que llevaba su nombre continuó hasta el año 1970, gestionada por su yerno, Marcos Bassi, esposo de Maruja del Río, y sus nietos Pedro García del Río y Luis del Río Peláez, y finalmente en La Calzada por su otro nieto, Isidro del Río. Esta sería otra larga e interesante historia. Sirva de ejemplo que las clásicas barandillas del Muro de San Lorenzo fueron precisamente obra de la Fundición Isidro del Río.