Ha llegado el 1 de noviembre y nuestros cementerios al igual que el día 2 que es Día de Difuntos cambian de color gracias a la labor de nuestras madres que son al final quienes velan por nuestros antepasados.
Yo como pertenezco a una familia desestructurada, mi madre no es huérfana pero como niña de la guerra cada hermano se valió por si mismo , y la familia paterna los “molineras” la mayoría emigraron a la Argentina con lo cual había poco a quien venerar en el Cementerio, como mucho un recuerdo para la tía Rosario Piñera a la cual siempre tuve en gran estima, o alguna visita que le dispensé a mi amigo del alma Chema que un me fue arrancado de mi lado por un fatal accidente de tráfico al ser arrollado por una bicicleta.
El cementerio de Tremañes es una cosa rara, porque lo cierto es que nunca vi un cementerio tan alejado del los núcleos como este, digamos que acercarse hasta el era todo un paseo, del cual esa entretenido digamos que hasta las casas del molín, las que se levantan al pie del río Cutis, hoy soterrado, y desde las cuales por su trasera se subía por la Torre arriba camino de Santa Bárbara.
En los alrededores del Cementerio había un par de caserías y poco más, por lo cual era un recinto como bastante aislado y hasta tétrico, digamos que para el común de los mortales los cementerios son bastante , como hoy de diría “gore”, pero para un ser un tanto “especial “ como el que suscribe son algo que entran dentro de lo cotidiano.
De todas formas este pequeño cementerio parroquial ha sido desde muy pequeño , me imagino que para todos igual, un lugar fantasmal, lleno de miedos y temas oscuros como además lo era aún más si cabe el pequeño recinto lateral dedicado al Cementerio Civil, del que apenas si recuerdo nada más que dos viejas tumbas carcomidas por la maleza y de las cuales nadie sabía nada o nadie quería explicar nada era para nosotros todo un misterio.
El resto del cementerio era una pléyade de tumbas repartidas por la zona de tierra, y en los muros laterales los nichos, eran otras épocas donde no había ni recalificación y el poder urbanístico que ahora asola a los cementerios incluido el nuestro aunque ha quedado bastante apenas si tiene panteones y es bastante discreto y hoy con la gestión municipal ha quedado en un decente y digno campo funerario con vistas a la autopista y recibiendo de cara los muertos el olor salitroso de la costa gijonesa que se adivina por entre los edificios del fondo.
Quien fuera mi amigo Chema, Que la tierra te sea leve Tumba infantil de los viejos tiempos
Texto y fotos @ Víctor Guerra
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