Foto de Luis Sevilla
Será convocado un concurso de ideas para mejorar la estética, la eficiencia energética y la colocación de ascensores en el viejo polígono
06.05.13 - 01:54 -ANDRÉS PRESEDO | GIJÓN.
Hace 57 años, el arquitecto Juan José Suárez Aller diseñó, en el barrio de La Juvería, en Tremañes, un modelo de urbanización compuesto por 14 bloques, de cuatro plantas de altura, con un total de 224 viviendas, que nacía con la filosofía de ser una unidad autosuficiente. Tanto es así que aquel poblado de Inuesa, rebautizado más tarde como Lloreda, incluía centro sanitario, capilla, pabellón de usos terciarios y un grupo escolar. Eran tiempos en los que Tremañes todavía no había empezado a vivir la eclosión industrial, la proliferación de polígonos, ni siquiera las infraviviendas de chabolistas que marcaron la parroquia durante años.
Aquella idea de poblado vanguardista se fue diluyendo con el paso de los años e incluso las viviendas, construidas probablemente con materiales de una calidad no contrastada, se deterioraron hasta unos extremos preocupantes para los propios inquilinos. Los desconchones de pintura, desprendimientos de fachadas, fisuras o roturas en bajantes, carpintería exterior en mal estado y otras patologías similares son el caldo de cultivo de todo el poblado. Lloreda necesitaba, como reclamaban los vecinos, algo más que un lavado de cara, mucho más que una limpieza de fachadas.
Así empezó a gestarse toda la documentación remitida al Ayuntamiento de Gijón para que el barrio fuera incluido en el plan municipal para el tratamiento de zonas residenciales degradadas. Encajaba, a la perfección, dentro de las nuevas bases aprobadas por el equipo de gobierno para este tipo de actuaciones y que están en vigor desde el día 1 de enero de este año. Tanto es así que, según pudo saber EL COMERCIO, en la junta de gobierno de mañana se dará el visto bueno al polígono de Lloreda como 'zona residencial degradada' y, a partir de ese momento, se iniciará el proceso para que el Ayuntamiento subvencione, al cien por cien, toda la envolvente de los 14 bloques, es decir, fachada y cubierta y, en la medida de lo posible, la instalación de ascensores en todos ellos.
En breve, las bases
El objetivo es conseguir para todos los inmuebles una mayor eficiencia energética y sostenibilidad y, a la vez, paliar el problema de las barreras arquitectónicas, ya que, como queda citado, los edificios no fueron dotados en su día de ascensores, lo que limita la actividad y las salidas de las personas con movilidad reducida. La instalación de ascensores tiene una complejidad añadida, ya que es más que probable que sea necesario optar por sacarlos por el exterior de la fachada, lo que implica cuestiones de propiedad que será necesario aclarar.
¿Qué sucederá a partir de la aprobación de zona degradada? Los trámites discurrirán, dentro de lo que cabe, con cierta rapidez o, al menos, esa es la previsión. De hecho, el servicio municipal de Urbanismo, cuya máxima responsable es la concejala Lucía García, trabaja ya hace semanas en la elaboración de las bases del futuro concurso de ideas que será convocado, posiblemente a finales de este mes, para la actuación general en el poblado. En su redacción colabora, con su asesoramiento, el Colegio de Arquitectos de Asturias. Una vez concluidas las bases del concurso de ideas, podrán presentarse los equipos de arquitectos que lo consideren oportuno y aportar las líneas generales que proponen para actuar en los 14 bloques. Para ello tendrán un plazo aún no definido, pero que rondará los dos o tres meses.
Trabajos por fases
Un jurado, compuesto por representantes de los diferentes grupos políticos municipales, del Colegio de Arquitectos de Asturias y tres miembros elegidos por los propios vecinos del polígono de Lloreda, elegirán la idea ganadora, que se tomará, a modo de anteproyecto, a la hora de ser desarrollada, ya en forma de proyecto, por sus autores. Lógicamente, todo será «acotado» desde el Ayuntamiento de Gijón que, a fin y a la postre, es quien aportará el cien por cien de la inversión a realizar. Se entiende que la modernización del barrio, el hacerlo más sostenible y accesible, no debe suponer una inversión más de la estrictamente necesaria. En suma, que no serán admitidos proyectos que supongan frivolidades fuera de control presupuestario.
Ese control municipal también conllevará supervisar la futura adjudicación de las obras, que deberán de hacer las propias comunidades de vecinos. Ello quiere decir que los trabajos se pueden desarrollar en diferentes fases y, también, por diversas empresas, siempre que respeten la filosofía general del proyecto de reforma. ¿Cuándo pueden iniciarse las obras? Lo más probable, a tenor de los plazos, es que comiencen el próximo año, con lo que el polígono de Lloreda estaría preparando sus mejores galas para celebrar, en 2016, sus sesenta años de historia. Queda por ver, ahora, las ideas que plasmen en papel los diferentes equipos de arquitectos que, a buen seguro, optarán a realizar el proyecto general del barrio y será entonces cuando se empiece a intuir cual será la nueva fachada de Lloreda a medio plazo. Lo único seguro es que los desconchones y los desprendimientos pasarán, en breve, a ser historia.
En este caso, las diferentes comunidades de vecinos de Lloreda ha sabido mover sus piezas, con un acuerdo unánime, para acceder a las ayudas municipales para barrios degradados ya que, como es obvio, la asignación presupuestaria es limitada. La primera actuación se inició hace poco más de dos meses en Jove. Lloreda será la segunda y ocupará, a tenor de la dimención del poblado, un presupuesto muy importante, aunque aún no se puede concretar, a la espera del proyecto definitivo. El resto de las obras en otros barrios deberán, aseguraron fuentes municipales, «esperar su turno».
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