Ha salido estos días al mundo mundial la edición del libro, ahora que le personal no pasa de los 150 caracteres de Tiws”, un libro sobre el barrio o parroquia… “dios sabrá qué” titulado DICCIONARIO DE EL NATAHOYO. Y ustedes se preguntarán que carajo pinta el tema del Natahoyo con Tremañes, y la verdad es que pinta bastante dependiendo de la relatividad espacial, y me explico.
Supongo que para los de la parte alta de la aldea de Tremañes hablarles del Natahoyo , no deja de ser una paradoja, porque no deja de ser una realidad que desde Lloreda no había autobuses al Natahoyo, y por tanto la vía de conexión era Lloreda-Gijón, así sin pasar por el Natahoyo que pocas cosas había, de hecho cuando ya los autobuses fueron una plaga en nuestras carreteras de antaño, algunos guajes/as iban con su cesta y todo.. a los colegios de Gijón, preferentemente de monjas, y el Natahoyo y el Cortijo era un lugar más en la geografía gijonesa…
Pero en cambio los que vivimos, o vivíamos en la parte media del parroquia de Tremañes, sí que tuvimos bastante que ver con otras parroquias o barrios como La Calzada, que por cierto nos robó el apeadero de RENFE que era Estación de TREMAÑES, y perdió su autoridad para convertirse en Apeadero de La Calzada, Cosas del caciquismo me supongo.
Estos moradores de la parte media de la parroquia de Tremañes, de Los Campones para abajo sí que teníamos serios y fraternales lazos con el Natahoyo lugar al que yo siempre he sentido como un territorio anexionado a Tremañes y conformando de ese modo cierta pertenecia al marquesado de Tremañes, y es que en el nuevo libro que ha publicado Luis Miguel Piñera: Diccionario de El Natahoyo, pues digamos que Tremañes pierde de nuevo uno de los trozos que según mis mayores casi siempre fue parte de la parroquia, sin que por otra parte apenas quede constancia de ello.
Es más, hay naturales de Tremañes que fueron files moradores del Natahoyo, y viceversa, y sus recuerdos están ligados a ambos terruños en muchas facetas, la playera por ejemplo con la playa del Monte Coroña (Mar de Basa), o la fabril, o la académica…
La verdad es que leyendo el libro de Luismi,dibuja un libro muy distinto a otros que ha hecho, y en esa semblanza que ha hecho, e incluso el propio formato responde a eso a un territorio invertebrado, a un espacio sin fronteras y carcomido por identidades geográficas más potentes como La Calzada, o El Cortijo, por más que los Sabando los Cañada jugaran en la Plazona, Para mi, EL Natahoyo es la conformación de varios barrios,d e varias identidades, de ahí que sus lindes territoriales se confundan o se diluyan, pues tan pronto Luismi deja afuera Santolaya, como la integra en trama urbana y rural que conformó El Cortijo, y el núcleo duro del barrio hay que entender que lo conformó la ciudadela del Natahoyo y todo el núcleo de casas que daba a los Astilleros Juliana, , pero es dificil establecer fronetras porque estan eran muy raras y extrañas.
Uno de los nucleantes de conformación identitaria por más que se diga fue la Fabrica de Loza, en la cual trabajaban no pocos naturales de Tremañes, como el Parrichu habitante de la calle los Pinos, así como otros muchos trabajadores.. por cierto esta fábrica nos abastecía a los chavales de tizas para nuestros juegos, ya que los moldes de escayola que se tiraban en la parte de atrás dando vista la vías de Renfe y al río Pilón, pues eran punto de confluencia de las pandillas no tan urbanitas como las del Natahoyo, y donde nos proveíamos de herramientas para nuestros grafitis y poder dibujar las carreas de chapas, o las cuadriculas del Cascayu.
Mi relación con el Natahoyo ha sido cono con la Calzada, intensa, primero porque compartíamos territorio de juegos y miedos con aquel paso a nivel de Renfe del Camino de la Fabrica de Loza, lúgubre y siempre lleno de basuras y leyendas varias, que es por donde hoy quedar el puente de Moreda.
Ese era un camino que tuve que patear durante unos buenos años, desde La Fuente (calle Los Pinos) hasta el Grupo Francisco Franco (Grupo Santolaya), pues en esa grupo de viviendas ya estamos en que yo salía de la aldea para ir a la trama urbana donde estaba la temible Academia de D. Paco, establecimiento educativo de rompe y rasga de orejas, y sibilinos varazos de avellano que a uno la caían a la mínima al mínimo manchón.
Eran tiempos (1965) en que las cuentas en la libreta de cuentas que no de “mates” las hacíamos con palillero y plumín mojando en tinta de relleno, que por cierto no he visto reflejado en el libro del Natahoyo de Luismi, tan famosa institución , donde nos formamos no pocos guajes entre señoritingas como Doña Queti, y amantísimas madres-maestras como Doña Eloisa y sus pirabanes hijos.
Cuantos noches no tuve que hacer ese recorrido por el camino de la Fábrica Loza hacia el lúgubre paso a nivel de Moreda, y cuya luz de salvación me venía cuando llegaba a la altura de la finca la Quinta Marina, y sus hadas madrinas, y todo por mor de los castigos impenitentes que nos metía el tal D. Paco que podía tenernos sin comer o hasta las 10 de la noche recitando lo que fuera menester.
Del Natahoyo se recuerdan por los lares tremañenses como no podía ser menos las comidas del Bar Alvarín (El Cortijo) donde paraban mis padres durante unas buenas épocas, y donde alguna vez degusté carne de burrín, que debía de ser de los pocos sitios en la zona donde se servía tan exquisito manjar junto con caracoles, que también los ofreció el tal Alvarín, y algún que otro gatos también sirvió de manjar a alguna tertulia que por allí paraba.
La filiación de Tremañes con el Natahoyo-Santa Olaya, también vino por los talleres de bicis que había en la zona tanto en la Cuesta de Santa Olaya, como en la calle que lindaba con el Grupo Francisco Franco, y donde tenía su taller el Sr. Mariano (Calle Zaragoza) aunque ahora no recuero como se llamaba el taller a la “manera de ciclos Pin” que había en la Cuesta de Santa OLaya.
Se olvida Luismi Piñera Entrialgo de algo importante y es la relación intensa y duradera del Natahoyo con las motos, primero como Avello y la licencia que obtuvo de la MV Augusta, de cuya producción mi padre Jesús el Chan , o el “Moliñeru” tuvo después de una marravillosa Guzzi.
Después de Avello vino la Puch y la Suzuki, que tanto marcaron al barrio. Pero la relación era más bien con las bicis pues aparte del taller herrería de Tremañes, las otras unidades reparadoras de biciclos estaban por las cercanía, o sea en el Natahoyo.
Mi relación con este territorio también viene establecido por varios motivos esenciales , uno porque mi abuela paterna , vivía en la calle llamada “calle de los Gochos” (Calle Lepanto), justo también al lado del Grupo Francisco Franco, y allí vivió durante años Doña Armida González Álvarez (La Moliñera) y cigarrera, y en esa calle de la Calle Lepanto vivió con toda su prole, bueno menos mi padre que vivió con el Tío Isidro en Tremañes, esa relación se hizo más fuerte no por mi abuela que fui a verla un par de veces mientras, sino por el cine ya que durante muchos años, yo creo que hasta que cerró, simultaneaba su trabajo de listero en el Astillero de Constructora Gijonesa con el de portero y acomodador, y esa función la desempeño mi tío Agustín Guerra Cosío, que me viene por parte materna.
En el barrio en El Cortijo, fue cuna de los descendientes de otro de mis tíos José Luis Guerra, cuya hija trajo al mundo en esta misma parroquia (El Natahoyo) a José Lluis Bande, de amplio repertorio narrativo.
Y para no cansar, mi relación directa y que Luismi se ha comido, es la que nos dío a la vertiente paterna el sobrenombre de “Moliñeros” y que venía del Molino que había detrás de la fábrica de Loza, y que movía sus aspas con las aguas del río Pilón, el cual regentaba mi familia paterna, de ahí su apodo LOS MOLIÑEROS.
Frente a ese molino estaba mi mi bisabuela Doña Adela Álvarez Entrialgo, (fallecida en 1935 en Santolaya) fue cigarrera en la Fabrica de Tabacos de Cimadevilla, y que según me han contado esta Adela A. Entrialgo, de que debía ser de armas tomar, no sé porque razones o azares de la vida cantó con Miguel Fleta, si fue verdad o mentira no lo sé, pero ese es el recuerdo que le queda a uno de sus nietos aún vivo, el último, estoy hablando de Arturo García residente en Moreno. Buenos Aires, y que para mí que heredó bastante del carácter y hacer mundano de su abuela Doña Adela Alvarez Entrialgo
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EN todo caso darle gracias a Luismi Piñera por este libro que no me ha gustado tanto como los anteriores, aunque reconozco la labor de recopilación.
Victor Guerra (Chusi) hijo de Lola y Jesús el” Chan” o el “Moli”
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