Uno se da cuenta de lo que cambian las cosas, cuando pasan los años y puede comparar.
Es verdad que los ojos y el recuerdo de los niños, hace que todo siempre se agrande un poco más, y eso pasa con las fiestas de mi aldea de nacimiento, las cuales actualmente no dejan de ser un remedo de los tiempos pasados, sin que por ello dejen de tener su prestancia.
Es verdad que los ojos y el recuerdo de los niños, hace que todo siempre se agrande un poco más, y eso pasa con las fiestas de mi aldea de nacimiento, las cuales actualmente no dejan de ser un remedo de los tiempos pasados, sin que por ello dejen de tener su prestancia.
San Juan siempre fue la fiesta mayor de la parroquia de Tremañes, y tenía hueco y y fama en toda la comarca, al igual que lo tenía las fiestas de Jove, pero los tiempo cambian y las modas también, y esto de las fiestas de prau que desarrollaban las parroquias se han venido abajo sobre todo en los ámbitos más urbanos, y desde luego el cercamiento al que fue sometida la aldea de Tremañes con carreteras, autopistas, ferrocarriles, y la marginación que ha sufrido como territorio afectó también a las fiestas, que fueron mudando de un lugar a otro, hasta quedar reducida y arrinconada en una finca amurallada, dejando de florecer para siempre, y que hoy rememoran uno cuantos y escasos vecinos.
Ese viejo espíritu sanjuaner, digamos que todavía lo puedo vivir en parte en fiestas más aldeanas, como las de Bedriñana en Villaviciosa, que me recuerdan en buena parte a las de San Juan de Tremañes.
La fiesta de San Juan de Tremañes, ignoro si hay imágenes sanjuaneras por ahí, y debía e haberlas pues eran todo un atractivo, digamos que era grandiosa,
Para los chiquillos ya empezaba unos días antes, con la siega de prau, que solía ser el que se halla por debajo de la vía del FEVE, al pie del bar de ¿ Moran ….? .en ese triángulo que queda entre la calle que ahora se llama Barrio Campones, y el Camín de Morán, el cual tras la siega, empezaban a llegar los primeros carromatos de los feriantes, aquellas casetas de tiro con carabina, las lanchas, las vocingleras tómbolas que lucían sus galanuras en plena noche, y como no el montaje de la barraca de la fiesta, la cual horas mas tarde nos surtía de munición a los «enanos» del lugar para las batallas campales entre los bailongos/as del lugar.
Para los chiquillos ya empezaba unos días antes, con la siega de prau, que solía ser el que se halla por debajo de la vía del FEVE, al pie del bar de ¿ Moran ….? .en ese triángulo que queda entre la calle que ahora se llama Barrio Campones, y el Camín de Morán, el cual tras la siega, empezaban a llegar los primeros carromatos de los feriantes, aquellas casetas de tiro con carabina, las lanchas, las vocingleras tómbolas que lucían sus galanuras en plena noche, y como no el montaje de la barraca de la fiesta, la cual horas mas tarde nos surtía de munición a los «enanos» del lugar para las batallas campales entre los bailongos/as del lugar.
Esos eran los entremeses de la fiesta, ver como montaban la romería y la incipiente foguera pasaba de la pirámide de maderamen a tener para del día 24 las composiciones de ninots o figurines , en cuyo montaje participaba la gente del barrio del Plano, con Gregorio y toda la banda de los Rugueot a la cabeza, que clonaban con buena maña lo que hoy sería una de esos montajes falleros de Alicante o Valencia, Todavía tengo en la retina las figuras irónicas , los cartelones críticos , aunque estábamos en pleno franquismo, pero los había.
Y a todo ese naciente espectáculo acudíamos los neños en cada día instante que nos daban «suelta» que era un dos por tres, eso sí prometiendo encargarnos de los pequeños, cuya promesa duraba lo que se tardaba en cruzar la portilla de casa, cada uno bastante tenía con ocuparse de si mismo, como para andar con escolta… además la bandada de guajes era tan grande que enseguida unos se emparejan con otros. y así hasta llegar a las horas cenitales de los condumios; la comida o la cena.
Esos dos dias antes de la foguera, nos servían para sociabilizar después de tanta escuela y tanta ostia bendita, que aunque nos bajaban a la misa, digamos que éramos más de la República independiente de La Fuente y la Dehesa, o sea que éramos más bien laicos, o para decirlo de otro modo unos «descreídos» pues no pisábamos mucho la iglesia, y tras el virreinato de D. Ramiro, que daba unas hostias como campanos, el guaperas de osos azules y vespa en ristre de D. Manuel , el cual poco poco tiraba de tal plebe rural, y los demás curatos prefirieron el abrazo fraterno de los de Lloreda, cuya preferencia siempre fue manifiesta, pues poco futuro pastoril presentábamos los de más abajo, salvo para pastorales de recuperación. En fin esto es otro telar..
El día grande el 24 ya empezaba con las gaitas y tambores por las escasas calles de la parroquia, salvo en Lloreda que siempre fueron más urbanitas, por cierto no sé sí hasta dicho lugar llegaban los gaiteros, o estos tenían como frontera Los Campones, fuera como fuera, los guajes eramos los dueños y señores de la fiesta, los de la Dehesa, los de la Fuente, y los de la Iglesia con la añadidura de los de La Muria y La Picota, que eran más bien pocos. pero tras medir y contra fuerza en la puerta de la iglesia , ya quedabamos en la sesión vermut establecido el orden de batalla.
Eso sí, antes habíamos visto la maitinada de gaiteros y tamborileros por delante de casa, lo cual abría el fiestorro y la banca paterna y materna, como a misa no nos llevaba ni dios, pues nosotros al prau de la fiestas a quemar les primeres pesetes en tiro al blanco, digamos que las golosinas iban a cargo del pater famili cuando la familia se reunía al caer la tarde para ver quemar la foguera.
Tras la comida festiva en la que no faltaba el arroz con leche, había juegos en el prau para los guajes, carreras de sacos, carreras en bici de equilibrio, y ver quien llegaba en ultimo encima de la bici, o el juego de las sillas, todo un compendio de cosas que la verdad nunca supe quien montaba, salvo los de El Plano, pero allí en medio de una barahúnda de gentes y ocupaciones, nos apostabamos una carrilana de chavales para disfrutar de San Juan.
Tras esto los primeros escarceos, la cena tempranera para bajar con padres y madrees al campu de la foquera que ya habían animado los músicos con su sesión vermut, y allí recobrada la libertad y armados de munición, corchos de sidra, nos dedicábamos a la pelea cotidiana entre nosotros, o fastidiar las meonas de prau a las que torpedeábamos su urgente micción , o a las parejas que se perdían por los arrabales de la fiesta en pro de su propio festín, no es que fueran muchas, pues la rijosa moral que imponían curatos y guardia civiles, no parecía tan insalvable ante las urgencias de las mozas y mozos en edad de retozar.
Ah y el famosu encuentro fubolero entre Solteros y Casados que sentó cátedra en las fiestas de prau parroquiales.
Tras estas correrías, de nuevo la juntanza familiar para ver la quema de la foguera, y ahí era cuando se veía lo impresionante que era la fiesta, cuando había coches y motos y gente a patadas en todos los lugares de la parroquia, seguramente que serían menos de las que yo me imaginaba, pero eran toda una mareona de gente con ganas de recreo.
La quema a las 12 de la noche, era todo un espectáculo aunque en parte ignoráramos tanta enjundia simbólica, nos valía la excusa de que había que quemar para que estuviésemos rapiñando por todos los rincones de la aldea cosas para quemar , y así tras aquella impresionante foquera donde los particulares «ninots» era devorados por las llamas se iba acabando para los guajes la fiesta. Aunque el 25 fiesta también era dia sanjuanero, auqnue ya era otro cantar.
La fiesta de San Juan en Tremañes se fue viniendo a bajo por varias y variadas razones, falta de presupuesto, cambios de gente que se iba a vivir a otros lugares, la falta de una política intergeneracional con respecto a la sociabildiad, los problemas propios de destrozamiento de la aldea..
En fín lo urbano asaltó los ámbitos aldeanos, y San Juan de Tremañes se fue apagando casi que de un día para otro, también uno se fue haciendo mozu, y me fui de estos lares durante años, y el regreso ya que coincidió con la desaparición, casi total, de la fiesta que hoy rememoran algunos vecinos, supongo que mucho ignorantes de la pujanza festiva del San JUan tremañense.
En fín lo urbano asaltó los ámbitos aldeanos, y San Juan de Tremañes se fue apagando casi que de un día para otro, también uno se fue haciendo mozu, y me fui de estos lares durante años, y el regreso ya que coincidió con la desaparición, casi total, de la fiesta que hoy rememoran algunos vecinos, supongo que mucho ignorantes de la pujanza festiva del San JUan tremañense.
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Victor Guerra (alias Chusi el fiu de Lola y el Chan)
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