Un buen amigo y correligionario republicano: Paco Prendes Quirós, conocedor de la vida cotidiana y política del XIX y XX gijonesa, que nos habla muchas veces de las grandes fincas de Tremañes de sus propietarios e invitados, publicaba estos días en el Diario La Nueva España este artículo:
Lo mixto es la mezcla, y un barrio mixto y mezclado, entre vivienda e industria, lo tenemos aquí, bien cerca, en Tremañes. Allí nacieron los polígonos industriales de Gijón... obra de la obra y de Bankunión, que también fue obra de la obra.
Cuando a Gijón llegaba el expreso de Madrid, después de diecisiete horas de viaje, por la única vía tendida, salía de Gijón el «mixto», echando humo, de la estación del Norte.
Estación que culminaba entonces, la llamada «Gloria» -hoy en el olvido-, y su playa de la Gloria. Estación del Ferro-carril del Norte, hoy desamortizada y que es el más inútil y, urbanísticamente hablando, el más molesto de los museos, posibles e imposibles, que imaginar se pueda... se levantarán las vías convencionales, y la «Gloria» quedará en su lugar. Justo en el medio, como el jueves...
Mixtos eran, también, los numerosos bares-tienda de parroquias y aldeas, antes de que nacieran las grandes superficies comerciales, como la del campo de Buenavista, aunque desde ella poco campo se vea y, seguro, aún menos caja verán los comerciantes del campo de Uría, Campomanes, Cervantes, Gil de Jaz...; también eran mixtos los bares de Tremañes con algo de comercio, y velas para alumbrar.
Y los de Jove. Y los de Contrueces, Somió, Caldones, Cenero, Veriña, Fano y la Guía, «lugar a cuarto de legua de Gijón, una de sus aldeas más pintorescas, donde se venera, en capilla que no es más que un cobertizo de teja vana, cerrada por delante con un grotesco enrejado de tablazón sin pulimentar, la Virgen de la Buena Guía, abogada especial de los mareantes, sobre la que la tradición consigna que, si en noche de tormenta se da una vuelta a la teja mayor del cobertizo, el viento cambia instantáneamente, abonanzando el tiempo en seguida...» Milagro de la teja; o milagro de la Virgen de la Guía... la de la Buena Guía.
La Guía nada tiene hoy de aldea mixta; al contrario, todo lo tiene de elegante zona residencial en el camino de la Laboral, el tanatorio y el Hospital.
La industria local, cuando invadió Tremañes, se llevó por delante sus casonas tradicionales, que allí hubo veraneo de lujo, y sus huertas; y con las huertas, las humildes casitas de planta baja, que fueron consuelo, tajo y refugio del obrero mixto, dos tercios de siderúrgico y el otro de hortelano, avicultor o lechero.
Lo lógico hubiera sido convertir Tremañes en zona industrial pura, y dura... ¡Vecinos fuera, y todos a trabajar en, para y dentro de la nave! Pero se prefirió la mixtura; y entre naves, siguieron, y siguen, algunas casitas, y, para que no quedaran solas, se levantaron otras, mayores y más bonitas. Hasta hay semisótanos habitados, con ventanitas a poco más altura que el ras del suelo, «cucada» londinense o neoyorquina...
Una gran empresa nacional, después de construir sesenta viviendas, levantó las banderas de sus solares, y el Ayuntamiento, jardinero a la fuerza, aprovechó la retirada para ofrecer al vecindario, a cambio de algo, un magnífico y amplio parque.
Hasta hace bien poco, eran las naves las que comían las casas, pero ahora -si no ocurre en la calle del Melón, no ocurre en ninguna parte-, bonitas casitas familiares, a menos de trescientos mil euros, se preparan para tragarse un viejo solar de Renfe, y una nave...
Cuando llegaba el expreso a la «Gloria», salía el mixto echando humo... ahora, casi lo mismo, pero en vez del chacachá y el humo del tren, sale la especulación rumbo a la gloria, echando euros-ciudad... o haciendo de la ciudad millones de euros. Que la cosa es mixta.
Francisco Prendes Quirós
Cuando a Gijón llegaba el expreso de Madrid, después de diecisiete horas de viaje, por la única vía tendida, salía de Gijón el «mixto», echando humo, de la estación del Norte.
Estación que culminaba entonces, la llamada «Gloria» -hoy en el olvido-, y su playa de la Gloria. Estación del Ferro-carril del Norte, hoy desamortizada y que es el más inútil y, urbanísticamente hablando, el más molesto de los museos, posibles e imposibles, que imaginar se pueda... se levantarán las vías convencionales, y la «Gloria» quedará en su lugar. Justo en el medio, como el jueves...
Mixtos eran, también, los numerosos bares-tienda de parroquias y aldeas, antes de que nacieran las grandes superficies comerciales, como la del campo de Buenavista, aunque desde ella poco campo se vea y, seguro, aún menos caja verán los comerciantes del campo de Uría, Campomanes, Cervantes, Gil de Jaz...; también eran mixtos los bares de Tremañes con algo de comercio, y velas para alumbrar.
Y los de Jove. Y los de Contrueces, Somió, Caldones, Cenero, Veriña, Fano y la Guía, «lugar a cuarto de legua de Gijón, una de sus aldeas más pintorescas, donde se venera, en capilla que no es más que un cobertizo de teja vana, cerrada por delante con un grotesco enrejado de tablazón sin pulimentar, la Virgen de la Buena Guía, abogada especial de los mareantes, sobre la que la tradición consigna que, si en noche de tormenta se da una vuelta a la teja mayor del cobertizo, el viento cambia instantáneamente, abonanzando el tiempo en seguida...» Milagro de la teja; o milagro de la Virgen de la Guía... la de la Buena Guía.
La Guía nada tiene hoy de aldea mixta; al contrario, todo lo tiene de elegante zona residencial en el camino de la Laboral, el tanatorio y el Hospital.
La industria local, cuando invadió Tremañes, se llevó por delante sus casonas tradicionales, que allí hubo veraneo de lujo, y sus huertas; y con las huertas, las humildes casitas de planta baja, que fueron consuelo, tajo y refugio del obrero mixto, dos tercios de siderúrgico y el otro de hortelano, avicultor o lechero.
Lo lógico hubiera sido convertir Tremañes en zona industrial pura, y dura... ¡Vecinos fuera, y todos a trabajar en, para y dentro de la nave! Pero se prefirió la mixtura; y entre naves, siguieron, y siguen, algunas casitas, y, para que no quedaran solas, se levantaron otras, mayores y más bonitas. Hasta hay semisótanos habitados, con ventanitas a poco más altura que el ras del suelo, «cucada» londinense o neoyorquina...
Una gran empresa nacional, después de construir sesenta viviendas, levantó las banderas de sus solares, y el Ayuntamiento, jardinero a la fuerza, aprovechó la retirada para ofrecer al vecindario, a cambio de algo, un magnífico y amplio parque.
Hasta hace bien poco, eran las naves las que comían las casas, pero ahora -si no ocurre en la calle del Melón, no ocurre en ninguna parte-, bonitas casitas familiares, a menos de trescientos mil euros, se preparan para tragarse un viejo solar de Renfe, y una nave...
Cuando llegaba el expreso a la «Gloria», salía el mixto echando humo... ahora, casi lo mismo, pero en vez del chacachá y el humo del tren, sale la especulación rumbo a la gloria, echando euros-ciudad... o haciendo de la ciudad millones de euros. Que la cosa es mixta.
Francisco Prendes Quirós
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