viernes, 13 de agosto de 2010

Las Bicis en Tremañes

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Dice el dicho popular o el anuncio de las pelis, que las bicicletas son para el verano, y debe ser cierto,  porque siempre tengo la referencia familiar con estos artilugios con los que me llevo pegando desde hace unos 50 años, de utilizarlos  fundamentalmente en verano.
Pero el otro día no sé porque extraña causa, a veces uno cree que está entrando en esa senda  ante la cual es bueno plasmar todos estos recuerdos antes de despedirse de este mundo, bien porque el Oriente Eterno le llame a uno, el GADU no lo quiera, pues tengo muchas cosas pendientes, o bien porque uno teme entrar en esa vorágine donde la realidad da paso a un extraño limbo en el que la memoria es un amplio desierto de referencias inconexas . Que sé yo…. mecanismos del subconsciente.
EL caso es que ese sobresalto al ver algo me vino al recuerdo que en aldea apenas si conocí gente o críos con bicicletas, tengo el recuerdo de mi padre en su bicicleta o en su moto, o mejor dicho en sus bicicletas, tenías siempre varias, y siempre me recuerdo a mi montado en alguna , aún cuando no llegaba a los pedales y me ponían en los pedales aquellos tacos de madera para poder rodar  calle arriba y calle abajo.
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Aparte de los triciclos de madera que tuve , pronto pasé a las bicicletas que quedaron definitivamente unidas a mi vida, con intervalos clásicos de amor y odio. Uno de los recuerdos más nítidos que  tengo es un buen trompazo con una de aquellas inmensas BH de “paisano” en las que metiendo el diminuto cuerpo por entre el cuadro, pedaleábamos calle abajo, claro está hasta que la velocidad ya era un puro vértigo difícil de parar y me veo estampado contra la pared directamente.
Como digo en la aldea recuerdo poca gente con bicicletas, algún paisano para ir a trabajar, pero en general Tremañes era más bien un aldea de andarines; y entre la chavalería lo típico era el futbol, las canicas o las chapas…; tal vez no había dinero para bicicletas, pero a que la zona de la Farmacia  estaba el taller de Valledor,l  siempre con su cachaza y eterno cigarrillo en la boca y el mal humor a flor de piel, que diferencia con su la sensibilidad y el cariño que desprendía su mujer. Su taller lo recuerdo como un gran arca de Noé lleno de carros del país, de ruedas, de trastos y esqueletos de todo tipo artilugios rodantes, y de viejas y remendadas bicicletas.Pero pese a ello solo recuerdo en bicicleta  y haciendo pronto carreras, tras lo juegos de ginkanas en las fiestas de Tremañes  al hijo de Pipo Margaride,  o sea  a Pipo (II) casado con uno de mis viejos amores virtuales.
Era de los pocos críos con bici, y yo creo que el único que competía en las pruebas de infantiles o juveniles en aquel famoso Turanzas Amieva, que tenía su sede y garito en taller que poseía Amieva en la calle Ezcurdia, y donde conocí al alocado y siempre campechano Tarangu, aunque a mi me gustara más el Antonio Menéndez, con ellos hice alguna que otra correría tras su rueda.
IMGRodando por los Ancares

Las bicicletas infantiles pronto dejaron paso a las otras, y entré en el mundo de la emulación del ídolo local que era Pipo Margaride, al que para alguna carrera creo que le pedí alguna vez un culotte, y un maillot, al final creo que me regaló un viejo equipo del Turanzas Amieva de lana , que anduvo por casa años y paños. Me veo de este modo entregado a la bicicleta como competición, horas y horas de entreno, por las mañanas antes de ir al trabajo, salía y andar en bici, recorrido mañanero: Tremañes-Candás por la cuesta Albandi, para volver por la Formiga hacia Ambás y de ahí para casa , desayunar y al curro que era de recadero en bici  en la droguería Deli, donde entré con 14 años .

Los fine de semana  me recuerdo inventando largo recorridos y haciéndolos, Gijón – Villaviciosa- Sariego-  o  Gijón Oviedo –Las Cruces- Mieres- Padrun y la Rebollada y para casa de nuevo…. una animalada que explicaba luego que en las carreras no anduviera ni para atrás y que mi padre tras llevarme a alguna me dejase al devalo por la vergüenza de verme entrar siempre fuera de control.. Era autodidacta y no sé quien me había metido en la cabeza que lo mejor para andar bien en bici era hacer muchos , muchos kilómetros, y ahí andaba yo metido en las palizas mañaneras, en los repartos en bici por todo el término de Gijón, complementado con las vueltas en la tarde en el velódromo de Las Mestas, y la paliza del fin de semana.

Es evidente que no tenía ni preparación física, ni constitución para la bicicleta, pero kilómetros hacía un montón, con 16 años ya sabía de pajarones en solitario de largas y penosas rodaduras: Gijón-Covadonga, así se descubrió la cosa, cuando en una carrera combinada de Juveniles y Aficionados, en la que el Tarangu nos sacó más vueltas que las que había… pero en las que yo entré con los aficionados, y era subir desde Mareo el ALto La Madera, llegar a Noreña y dar la vuelta hasta Mareo, así cuatro o cinco veces, yo era un juvenil de primer año… y fue cuando me vieron fresco como una lechuga entrar con los últimos aficionados, habiéndose retirado todos los juveniles, que habiendo cumplido sus vueltas  optaban por ver que podían hacer en la combinada. Recuerdo que se acercó Amieva y me preguntó: Chaval pero tú cuanto entrenas…? Cuando le conté mis andanzas cayó de culo, ahora entiendo que en las pruebas de juveniles en línea no anduviera para atrás, es que cuando tu empezabas a calentar la prueba se había terminado.

Y era cierto las pruebas eran de 60 kilómetros para juveniles  y yo entrenaba unos 100 kilómetros, digamos que era un fondista nato…. pero tanto entreno, tanta matadura pronto los calambres , las lesiones curadas a base de pedales hicieron mella y odié la bici hasta colgarla durante años…

Luego los que son las cosas, el amor y no tener un duro, ah y un robo en el piso que nos dejo sin nada, por lo cual antes que quedarnos en casa ese verano Carol y el que suscriben descolgó mi vieja bicicleta, y preparé otra para Carolina que apenas sabía andar en bici, yo había hecho dos intentos de viajar en bici, pero volví llorando a casa, entre la depresión y el marchar camino de Sevilla solo, desde Gijón en pleno julio con la torrada castellana no fue buena opción, me recogió una buena señora llorando allá donde Castilla pierde su nombre y empieza la extraña y misteriosa Extremadura, como digo me recogió esa tarde-noche llorando al par de un viejo camino, yo había tirado la bicicleta y me fui andando no se sabe hacia donde ni para qué… la desesperación la depresión y la insolación junto con la ignorancia fue todo un cóctel que acabo con mi presunta fortaleza…

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Pero luego ya con algo más de experiencia y con compañeros y compañeras la cosa mejoró y así la bicicleta formó parte de nuevo de mi vida, he viajado con ella y sobre ella, he recorrido toda España, hasta el 92 no tuve coche, por lo cual todo lo hice en bicicleta, hasta lo poco que conozco de Europa fue en bicicleta , Años de cicloturismo de alforjas, de viajes y más viajes, luego vino la BTT , y el crío y los viajes en familia ….y hoy sigo con la bicicleta, pero sigo notando pocas bicicletas y bicicleteros en aldea.

Chusi, fiu de Lola y el Chus el Chan

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