«La Braña subsistió gracias a Ramón, que sacó adelante al club en tiempos difíciles»
El fútbol se vistió de luto tras conocerse ayer el fallecimiento de Ramón Bernardo Entrialgo. Quien fuera presidente del Club Deportivo La Braña durante un cuarto de siglo, en tres mandatos diferentes, falleció vencido por una larga enfermedad. Y con él se fue una parte clave de la historia del fútbol gijonés y asturiano. No en vano, Ramón Bernardo lo fue todo para el Club Deportivo La Braña. Dedicó buena parte de su vida a pelear por sacar a la entidad adelante y bajo su mandato se llevaron a cabo algunas de las iniciativas que hacen que este club sea a día de hoy una cantera de futbolistas.
Ramón Bernardo tomaba las riendas de La Braña por primera vez en la campaña 1958-1959, para regresar al cargo de presidente entre 1962-1963. Después, en el año 1967 volvió a ponerse al frente de la entidad gijonesa, puesto que ocupó hasta 1985.
Socio número uno de La Braña -su mujer, Argentina García González, tiene el número 2- se volcó en un club al que dedicó su vida. Tras abandonar la presidencia de la entidad, mantuvo su vinculación con La Braña con la misma intensidad. De hecho, el pasado lunes por la tarde recibía en su domicilio en Gijón la lotería del club, puesto que iba a colaborar en su venta.
Presidente de honor de La Braña, un detalle da buena muestra de su carácter: nunca permitió que no se le dejara de cobra la cuota de socio, a pesar de que por esa distinción hubiera podido quedar exento. Y es que la honradez, el buen hacer y el amor por su club son algunos de los rasgos que destacan quienes tuvieron ocasión de conocerle y compartir su pasión por el fútbol. Esa intensa dedicación y honrada gestión llevó a la Federación Asturiana de Fútbol a concederle en 1984 la medalla de plata al mérito deportivo, distinción que se une a la insignia de oro y brillantes que le otorgó La Braña.
Bajo su mandato se creó la escuela de fútbol de La Braña, de donde han salido numerosos deportistas, como Luis Enrique (Sporting, Real Madrid y Barça), Abelardo (Sporting y Barcelona), Fredi (Sporting, Extremadura, Osasuna, Lérida y Sevilla), Álex (Sporting y Logroñés) y Luis García, ahora en el Zaragoza.
También fue pieza clave a la hora de desarrollar el complejo deportivo de La Peral, donde se sigue jugando desde 1975. «La Braña subsistió gracias a Ramón, que sacó adelante al club en unos tiempos difíciles», recordaba ayer uno de sus amigos y colaboradores en la entidad, el expolítico Manuel García Santoveña.
Extrovertido, discreto, honrado... Quienes trataron con él no escatiman elogios. Su fallecimiento deja un hueco difícil de llenar en el fútbol base. «Vivía por y para La Braña», destacaba Santoveña, quien fuera directivo de esta entidad deportiva gijonesa y compartieran una misma filosofía respecto al deporte: «Buscábamos más la formación como personas, que los futbolistas fueran personas. Les inculcábamos el valor del compañerismo».
El funeral, esta tarde
Ramón Bernardo Entrialgo deja mujer y dos hijos, Ramón y María. Su funeral se oficiará esta tarde, a las cinco, en la iglesia parroquial de San Juan Bautista, en Tremañes. Después, recibirá cristiana sepultura en el cementerio de Tremañes. La capilla ardiente quedó instalada en el Tanatorio Gijón-Cabueñes, en la sala 10.
Esta jornada de Liga La Braña le rendirá tributo guardando un min
uto de silencio en todos sus partidos. Y previsiblemente los jugadores lucirán brazaletes negros. Más adelante, explicó el presidente en funciones del club, Jesús González, organizarán un acto de homenaje, que se unirá al que recordará a Humber, el joven de 16 años que falleció atropellado en la avenida Príncipe de Asturias y que jugaba en La Braña.
Ramón, el presidente
16.11.11 - 02:38 - NECROLÓGICA | MANUEL ROSETY
El fútbol que las televisiones agobian con sus estrambóticos horarios, tiene una parte poco visible, pero demasiado importante. Me refiero a los dirigentes del llamado fútbol modesto, los que dedican horas, esfuerzos y dinero por amor a un fútbol cuyas alegrías difícilmente recompensan en un grado justo.
El ejemplo es el recordado Ramón Bernardo Entrialgo, Ramón, el de La Braña, que es como se le conoce en el mundo del fútbol. Tuve el gusto de conocerlo en mi edad juvenil, con el fútbol como pasión y pasatiempo, allá por los años 60, cuando el equipo de Tremañes no tenía campo y se veía en la necesidad de alquilar La Boroñada, que era propiedad de Marino, el del Inter. Para la ropa no había lavadoras industriales y para ducharse después de los entrenamientos no existía aún agua caliente. Tampoco había patrocinadores para desahogar los gastos de las indumentarias y aún no se estilaba la venta de lotería de Navidad, al menos como se hace ahora, con un volumen que permite unos buenos ingresos, que se multiplican si toca una pequeña pedrea, que muchos de los apostantes se olvidan o renuncian a cobrar.
Allí, en La Braña, estaba Ramón para solucionar todos los problemas, para mimar al futbolista, con la colaboración del también bien recordado César. Para los entrenamientos, dos a la semana en aquella época, las botas estaban siempre puntualmente disponibles y la ropa de trabajo cuidadosamente colocada. No faltaba detalle. Recuerdo que el contrato con el Inter concluyó y fue preciso buscar campo. Hubo una época en que el equipo nacido en Tremañes tuvo que pasar a Roces, al viejo Covadonga, por falta de instalaciones en la zona. Y para concluir la temporada, no faltaba la cena de despedida para la plantilla en casa Reculta, cuando ocupaba el cruce de Tremañes.
La Braña era un club emblemático, de los de solera en Asturias. De allí habían salido Neira, García Cuervo y Mamel al Sporting y Viti, al Oviedo. El equipos se codeaba con los mejores de Asturias, con la Juventud Asturiana de los Amarildo y Ventanova, el Cruz Blanca de Lavandera o el Alcázar de Prieto y Tensi, además de hacer frente a los aparentemente más fuertes Sporting y Oviedo. Los demás eran más ocasionales, incluido el Bosco de Quini y Susi Castro, que se difuminó tras la marcha de sus dos fenómenos.
De ese rango y solera que tenía La Braña, la mayor parte del mérito era de Ramón, de la dedicación que daba al club, con un mimo especial en todos los detalles, empezando por el entrenador. En mi época estaba Horacio Peña, suegro del Miluca Alonso, un técnico ejemplar, al que sucedieron Manolo Menéndez y José Fernández 'el negrillo', entusiastas del fútbol y de su enseñanza.
La imagen de La Braña estaba marcada por la seriedad y deportividad que transmitía Ramón, un ejemplo de buen dirigente y mejor persona, que con sus señas de identidad marcó la historia de un club en el que Ramón siempre será recordado como el presidente
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