18.12.11 - 02:41 - NACHO CIUDAD |
En el desierto de Almería, un puñado de construcciones que emulan el Salvaje Oeste han sobrevivido al tiempo y al abandono de la industria del cine, mantenidas por varias empresas que montan espectáculos que recrean de forma fidedigna las peores películas del Spaghetti Western. Era eso, o dejar que se vinieran abajo. Desconozco si en los polígonos industriales de Gijón habrá que hacer en el futuro escenificaciones de cómo trabajaban los esforzados operarios pero, si nadie lo remedia, habrá que elegir entre ese uso o resignarse a que los amigos de lo ajeno los desmonten (más aún) por la noche, en cómodos plazos.
Va tan mal la cosa que ni siquiera se fundan discotecas poligoneras de las de garrafa, hora feliz y espectáculos subidos de tono para captar las ganancias de los empleados de la zona.
Va tan mal la cosa que ni siquiera se fundan discotecas poligoneras de las de garrafa, hora feliz y espectáculos subidos de tono para captar las ganancias de los empleados de la zona.
Bromas aparte, no se entiende que una ciudad como Gijón esté dando la espalda al tejido industrial y más, cuando en Roces y Porceyo se ubican, sobre todo, pequeñas y medianas empresas, que son las que mantienen a flote la Economía, con mayúsculas, y sirven de contrapeso a bancos, agencias de calificación y otros ladrones por el estilo.
Tampoco se entiende que se esté creando más suelo industrial (Tremañes, por ejemplo) mientras se deja que el que existe actualmente se marchite poco a poco. Me imagino que en este país, en general, seguimos teniendo el vicio de construir y construir sin reparar en que no vamos a ningún sitio si no mantenemos lo que ya hay.
Tampoco se entiende que se esté creando más suelo industrial (Tremañes, por ejemplo) mientras se deja que el que existe actualmente se marchite poco a poco. Me imagino que en este país, en general, seguimos teniendo el vicio de construir y construir sin reparar en que no vamos a ningún sitio si no mantenemos lo que ya hay.
Las cifras de ocupación, tráfico y empleo del conglomerado de Roces y Porceyo muestran una tendencia desoladora. Aún se está a tiempo de hacer algo, aunque estas medidas de apoyo, para los políticos, resultan poco apetecibles porque no lucen tanto ante la falta de vecindario que aplauda. Pero hay que hacerlas.
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