viernes, 4 de junio de 2010

Entre Eros y Rubens


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Hablar de sexo en un aldea siempre es complicado y complejo, y más  en plena adolescencia, en aquellas  tardes de plenilunio estival que  nos ponían entre el calor y los órficos juegos, a pequeños y mayores como  “motos”. Calentamientos y efervescencias  que no iban más allá de la subida de la feromonas….

Eran tiempo que hoy pueden resultar extraños, ahora que tanto se habla de “género” y sexo . En aquellos tiempos claro que había un tiempo para los géneros, cada uno jugaba a sus cosas, ya desde un principio, lo chicos con las bolas y los chicas con la muñecas, lo cual no obstaba para que hubiera juegos infantiles y juveniles  donde forma inconsciente ya nuestro cuerpo y mente se enardecía de forma extraña y desarrollábamos extraños roles  jugando a los médicos y a las enfermeras en el palomar de casa, pero en esa pre adolescencia, se podían decir que eran más los subidones de feromonas que otra cosa, ignorábamos todo sobre lo que era el  sexo.

Todavía no era la época de ir a vigilar parejas, o intentar hacer de ocasional voyeur, vecinal o familiar, éramos en cierto modo precoces pero sin saber muy bien para qué o porqué… jugábamos a los roles de ir enseñando sin saber…., así nos poníamos en manos de aquellas enardecidas enfermeras, y ello nos enardecía como digo de forma extraña, porque luego veíamos al personal femenino bañarse los sábados en el barreño de casa y ello nos dejaba impasibles bajo el ademán de ver que éramos distintos y nos reíamos…

Veíamos a los animales en plena jodienda, perros, gatos, conejos o caballos pero era una rara historia porque eso no lo vinculábamos  con nuestra situación personal de guajes, que en esas calurosas noches veraniegas, juagábamos juntos guajes y guajas, al cascayu, o a la comba, o al corro… que nos entusiasmaba y nos revolcábamos en grandes sudadas, pero esa sensación fuerte del sexo vino mucho más tarde.

El sexo empezó a tener algo más de peso camino de adolescencia,cuando los guajes, nos la mirábamos en conjunto y  ritualmente nos la medíamos para ver tamaños, grosores y formas, y nos quedábamos raramente extrañados de ver lo distintas que eran nuestras “pirulas”, y nos quedábamos medio acomplejados cuando uno descapullaba, y otro no, o porqué la de uno se torcía invariablemente para un lado y la de otros pues colgaba, hay que decir que en ese afán de saber  hasta llegamos a probar de chuparla unos a otros, pero aquello no sabía a nada y tampoco veíamos que hiciera efecto alguno, ya que no se nos empinaba a ninguno, Con lo cual quedo como una pirueta más---

Por eso creo que jugábamos como desesperados al corro, a los juegos de aproximación, a los de roce, ese ir sintiendo al otro, de ir viendo que la atracción existía  y que en nuestra bendita ignorancia, no sabíamos que hacer con todo aquel aquelarre de vueltas, de roces, de jugar a las prendas de besarnos por la presión de los otros, medio a hurtadillas en medio del juego de las prendas y el cantar de las cigarras,  sin que lego buscásemos el hueco el momento para los flirteos.

Eran tiempos donde las preguntas sobre sexo se contestaban con bofetadas o con el castigo eterno, ya no digamos cuando la panda se reunía en aquellos primeros albores a hacerse una paja colectiva, que la verdad no es que fuera muy  común , pero alguna vez lo hicimos, con esfuerzo pues aún no dominábamos ni el Príapo, ni la técnica, luego nos dimos cuenta de que aquello tenía un escenario privado que era cuando más se gozaba, pero también era cierto que ese anonimato hacía también que  desapareciera todo el entramado de mostrarse en público, ya había más cuidado.

Nos hubiera ayudado mucho la pornografía, el erotismo que tanto se denigra, que para mi fue toda una escuela, un aprendizaje tardío pero intensivo, como para muchos de la panda… la verdad es que podíamos presumir poco, y de casi nada---, de novias menos aún, pues las chicas eran contadas, y los noviazgos como que era cosa de mayores, por lo cual era un tonteo de jugar debajo de las ventanas de las guajas que queríamos para novias, por ver si nos veían…., aunque la competencia era mucha y fuerte.

¡Las veces que jugamos debajo de la ventana de Lucia…¡  Primero de Rosita que fue uno de mis primeros amores infantiles y preadolescentes,  y que por su culpa me castigaron varias veces…

Aunque no era culpa suya sino de los golfos de la panda Miguelangel, (el más picardioso) Eduardo, Gelín ….que hacían de picardiar a la moza cuando se quedaba sola en casa y se hacían pasar por mi… y así todas en el mismo carrillo, hasta que se descubrió la coas y mi honra quedó a salvo, pero no las galletas ni los castigos…

Otro de los amores antes de las espinillas afloraran  era Maria José ( de los Taboada) las veces que nos vimos solos, o estuvimos solos y  ver y sufrir  lo que era la atracción y poco más, juegos y simulación, era todo nuestro desenfreno;  también hay que recordar que nuestro mundo estaba lleno de mujeres, yo iba desde pequeño a las “maestras” como Marujina , pechugona y simpática y cariñosa como la que más, luego estaban las hermanas , las primas , etc o vecinas que nos cuidaban…. que trasteaban con nosotros a su antojo y capricho…

Luego las mozas casaderas que nos llevaban y no traían a su retertorio camino de la academia, donde nosotros dábamos las primeras letras de silabario o las primeras lecciones del “Álvarez” y ellas bordaban en aquellos primoroso aros…un trasiego de erotismo entre apolineos guajes y rubeninas mozas ,tarde  de sudores, de entrever bellos.. y alguna que otra puntilla.

Tal vez por eso a mi me gustan tanto las “maduras” porque mi mundo está poblado de ellas, de esa belleza inconmensurable de desbordamientos, de carnes que pujan por salir de hembras con ganas de hombre fatigado por el peso de llevar un bocado a casa…  ese sudar cuando se variaban los colchones en tardes en que se marcaban canalillos, y se perlaban los sobacos, esos arrumacos de las matronas, ese  reboce de las abuelillas entre su abundantes pechos… ese es el sano mundo del sexo en la aldeao lo era.

Cuando había una escena de pederastia o de alguno que iba con guajes, se corría por toda la aldea, se le perseguía y ya no volvía, en esa tierra siempre sabíamos quien el maricón, la puta.. la que se dejaba arrimar… y se vivían con ello como se vive con los vecinos sin aspavientos ni moralinas, aunque andaba todo el día en entre hombres y mujeres.. había una distancia…

La primera vez que tuve una cabal idea de lo que era el sexo, fue cuando jugando a la queda o algo parecido,  los mayorones un par de ellos o tres de cada especie y género  de metieron a jugar con nosotros  en plan de ir a sus asuntos, y el más listillo el Victorón de la guardilla  metió mano por debajo de la falda a una moza y nos  dió a oler la “mojada” de la moza. La verdad es que eso a algunos nos impresionó..

Entonces empezó la búsqueda…. el espiar parejas, cosa complicada pues no había coches, y en todo caso se hacía a medio calzón en un prado de la quintana..  como además íbamos en grupo  siempre  nos sorprendía  que lo interfectos se dieran cuenta de nuestra presencia, y ya a dos leguas, creo que solo logré ver el culo y medio felpudo de una moza, y fue de forma sorpresiva, cuando íbamos una tarde camino de casa, y a la vuelta de un “matu” un pareja en plena jodienda, tal fue el susto que el mozu se levantó como un rayu, dejando a la moza en pleno escaparate, y eso tambien nos sorprendió la longitud del “nabo” del paisano, y la pelambrera  de la señorita… ella era conocida y siempre recordaré su mirada fija en mí y yo estupefacto mirando su felpudo… y esa mirada de complicidad siempre nos acompañó a los dos, pues fueron años de bajar y subir en el autobús juntos, sin apenas cruzarnos una palabra pero con ese secreto en común pues ella era casada..

La maduras jugaron un papel en nuestras vidas, para unos con mejor suerte que para  otros, pues como se decía en el “argot” alguno algo  mojaba aunque solo fuera un arrumaco, aunque hubo algo más que no descubriré, para unos no  fue satisfactorio por lo rápido del vaivén y para ellas parecía que la cosas fuera mejor, por un lado la posible  preñez, para otros la inexperiencia lo que hacía que lo de quedar preñada o empreñar fuese algo más  que una tarea inútil, se quedaba todo por la piernas.

Mundos eróticos de besos y caricias, de sorber olores y calenturas, donde apenas con todo era un juego de aprendizaje ser con el otro y el otro ser contigo. Tiempos de mozas y maduras de apolíneas y rubenianas, de blanquecinas carnes y morenazas en canalillos de rompe y rasga, esa era el mundo.. o el que nos ha quedado prendido en el cabo de la mente

Chusi el Moliñeru, fiu de Jesus el Chan y LOla