miércoles, 7 de marzo de 2012

LA PARADOJA DEL CURA BARDALES y TREMAÑES


El cura Bardales, o sea el viejo amigo José María Díaz Bardales, que Dios tenga lo guarde en su seno, o desde aquí le dedico eso tan libertario de “ que la tierra le sea leve”, viene siendo con su pase al Oriente Eterno toda una paradoja para Tremañes.

Primero porque nos ha ayudado a situarnos en el mapa, ahora que somos casi que un territorio baldío devorado por la antropofagia de una devoradora ZALIA, que ya convertido nuestra parroquia en estéril desierto de tierras sin labor y casi si me apuran sin futuro. Su muerte ha puesto ubicación a esta aldea en el mundo globalizado de Internet, aunque también nos ha vinculado con el chabolismo.

Da la sensación cuando se habla de chabolismo, esa imagen se vincula directamente con la parroquia de Tremañes, cuando en realidad el fenómeno del chabolismo estaba instalado fuertemente en muchas partes de Gijón, como la Kabila en la parte alta d Ceares, o todo aquel otro cinturón de chabolas que había alrededor del campo de fútbol del LLano, o el chabolismo del Cerillero, aunque de menor de entidad que el fenómeno que se dio en Tremañes, con cuyo fenómeno se quedó una vez se institucionalizó el fenómeno chabolista y su recuperación  con el programa de “Gijón, Una ciudad para todos”.

Oyendo a locutores y leyendo algunos periódicos da la sensación de que en Tremañes no ha habido más que chabolismo y que no ha tenido más pobladores que estos, cuando en realidad aparte del chabolismo de Villacajón, y cierto cinturón de pobreza  en La Dehesa, que se fue degradando con el paso del tiempo y la recuperación de ciertas familias que iban conquistando su nuevo status social y cambiando de residencia.

Tremañes aparte de esos “guetos” tenía, ha tenido y todavía le quedan sus núcleos de población, antiguamente La Braña, La Bolera y El Plano, La Fuente, Juvería, EL Caravacu, Dehesa, Lloreda, La Muria, La Picota, etc, donde vivían y viven probos ciudadanos, que tuvieron que vivir con el chabolismo gitano, o de mercheros, que se integraron en la sociedad gijonesa y en la propia aldea, pero también le tocó el chabolismo infrahumano de los “portugueses” más agresivo y difícil de incardinar en la sociedad asturiana.

Por tanto habría que ver a Tremañes no como la cuna del chabolismo, sino como un punto institucionalizado de este, y también por la tolerancia de sus habitantes, que pese a todo nunca fueron, ni fuimos  beligerantes con este fenómeno de la  infra –emigración, ni con la condena que nos han hecho las instituciones políticas como territorio. Otros ya habrían puesto el grito en el cielo.

Bardales al que conocí y traté, camino del Convento de los Espiritanos al que me fui, casi que no se sintió a gusto en Tremañes, y mas desde que metió a aquellos desahuciados en la Iglesia, se entendió pero se comprendió poco, y se explicó menos aún.

Por la izquierda, de pie, Jos Luis Fonseca, Alfredo Cueto, Javier Gmez Cuesta, Alberto Torga, Jos Mara Daz Bardales y Jos Manuel lvarez, El Peque. Sentados, Jos Manuel Fueyo, Luis Surez, Sanz Montes y Jos Luis Martnez.


Por la izquierda, de pie, José Luis Fonseca, Alfredo Cueto, Javier Gómez Cuesta, Alberto Torga, José María Díaz Bardales y José Manuel Álvarez, «El Peque». Sentados, José Manuel Fueyo, Luis Suárez, Sanz Montes y José Luis Martínez. j. e. c

Además Tremañes con sus párrocos quitando al viejo “D. Ramiro” del cual se decía que andaba con pistola en bolso, pero que vivía en el centro de la parroquia cerca de la Iglesia San Juan Bautista,  ha tenido un relación extraña el resto todos se fueron a vivir a Lloreda, por tanto   hay un cierto sentimiento de que los curas son de Lloreda, porque allí han vivido y desarrollado el 90% de su vida cotidiana.

Pronto Bardales se fue a La Calzada,  y ya no volvimos a saber de él, y quedó como sustituto en el territorio el jesuita  Cándido Viña al que ya se le hizo hace poco un homenaje en Tremañes.

Hay que tener en cuenta que Lloreda es sociológicamente una isla urbana e industrial  a modo de polígono humano e industrial  metida en un territorio más ruralizado como es el resto de la parroquia.

Victor Guerra (Alias Chusi, el Moliñeru)

martes, 6 de marzo de 2012

Fallece el sacerdote José María Díaz Bardales

El concido párroco de Fátima ha muerto esta madrugada tras una larga enfermedad

REDACCIÓN
El sacerdote José María Díaz Bardales (Ribadesella, 8 de noviembre de 1940) falleció esta madrugada en su domicilio gijonés de La Calzada, el barrio del que era párroco desde 1981. Bardales, que peleaba contra un cáncer desde hacía varios años, pasó los últimas semanas en su casa, rodeado de su familia y cuidado hasta el último momento por sus feligreses y sus muchos amigos, en justa respuesta al compromiso y la dedicación que siempre mostró con su barrio y todos los que de alguna u otra manera le necesitaron.

La capilla ardiente ha sido instalada en la sala 3 del Tanatorio de Gijón. El funeral de cuerpo presente se celebrará mañana en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Fátima, en La Calzada, a las 12.00 h.Después se procederá a su traslado a la Iglesia parroquial de Ribadesella, donde se oficiará otro funeral a las 17.00 h. para recibir, a continuación, sepultura en el cementerio de Ribadesella.

Bardales estudió con los jesuitas en Carrión de los Condes (Palencia). Influenciado por la atención que el cura de Ribadesella prestaba a los necesitados decidió estudiar en el Seminario de Oviedo, donde se ordenó sacerdote a los 22 años. Sus primeros destinos parroquiales fueron en Luanco y en la zona de Pesoz, luego fue coadjutor a Mieres, etapa que él consideró "de maduración en muchos aspectos, tanto en lo que significa el compromiso social, como a nivel moral".

De Mieres fue a Madrid, a estudiar en el Instituto Superior de Pastoral, donde escribió su tesina sobre «La presencia de la Iglesia en los conflictos laborales. Asturias, 1960-1970», mostrando ya que su compromiso con la clase obrera iba a ser muy fuerte. A la vuelta de Madrid el propio Bardales le pidió al arzobispo, Díaz Merchán, que le permitiera ser "cura de barrio".

 Es destinado en 1970 a Tremañes, donde queda para la historia colectiva gijonesa su implicación, junto con otros curas obreros y muchos cristianos de base en dar soluciones al chabolismo. Formó parte de un grupo de sacerdotes conocidos como el "Grupo de El Bibio", cuyas reflexiones y puntos de vista sociales fueron referencia importante, no exenta de polémica, para la Iglesia asturiana.

En octubre de 1981 fue nombrado párroco de Nuestra Señora de Fátima, en La Calzada, y allí siguió hasta que la enfermedad pudo con su fuerza.

José María Díaz Bardales firmó también hasta el pasado mes de enero la carta dominical que él mismo tituló "Desde mi parroquia" en la edición de Gijón de LA NUEVA ESPAÑA.