martes, 20 de diciembre de 2022

 

LA CONDENA DE SISIFO  COMO FONDO


Hay una generación, o al menos lo pienso así, que si no encarnamos el mito de Sísifo desde el momento de nacer, poco nos ha faltado, porque esa sensación de estar condenados a subir cada día la gran piedra de nuestra propia peripecia existencial hasta la cima de no se sabe dónde,  es algo muy común entre algunos supervivientes de aquellos lejanos tiempos y aquellos legendarios territorios.

Esa sensación prometeica que deviene tras el inocente tránsito de la infancia nos llega de forma contundente en la adolescencia, momento en a uno le va quedando cada vez más clara esa sensación de encarnar de algún modo una especie de pecado original o condena que se ha prefigurando a medida que uno tiene conocimiento y se identifica con la figura de Sísifo o de Prometeo.

Y eso es lo que nos revela a modo de trasfondo este natural de Tremañes: Aurelio Peláez Moran en su novela La Derrota de Sísifo, al menos es lo que a mí me dejó como poso tal lectura.

Estamos ante una extraña novela que en un momento dado se convierte en una especie de diario mediante lo cual el autor hace un balance psico filosófico al periplo existencial que le tocó vivir, con claves muy definidas y definitivas en la historia de España: La Escuela , la Vida; Ganadores y perdedores, la libertad y el más allá; Modernidad líquida, y la falsa izquierda y la política y el marqueting.. el infantilismo y la dsesmesura emocional.... pinceladas y recetas para el análisis.

Aurelio Peláez, no toca de oído, pues si el lector tiene una cierta edad comprobará que el relato no es producto de la imaginación o de distintas lectura, sino que proviene de una ruda praxis generacional, que se puede enmarcar en la década de los 80, cuyo relato aporta claves para entender ese período y los demonios que cada uno lleva dentro, por eso resulta tan fácil identificarse con los personajes y su peripecia vital.

Resulta curioso, porque no sé sí es porque somos casi que de la misma época, algo más viejo el que suscribe, o porque hemos nacido en la misma parroquia: Tremañes, territorio muy singular y peculiar en cuanto a su poblamiento, donde se mezclaba a parte iguales las distintas clases sociales: agricultores, obreros, empleados, con  aquella otra caterva de inmigrantes huidos de los terruños sureños y que en grandes arribadas llegaba a territorios como La Dehesa a establecer su chabolas, lo que hoy se denomina entre los burócratas del lenguaje buenista como infravivienda, aunque más lo era la de aquellos otros que no llegaban en patera, sino a pie desde las profundas tierras portuguesas de Tras os Montes a nutrir la panza de la inmensa ballena del inframundo social de Villacajón: portugueses, gitanos, mercheros, y quinquis de muy distinta calaña, era la molienda de un tardofranquismo que había devorado a buena parte de sus hijos.

Esa fue nuestro entorno, la escuela la formó esa especie de espejo en que nos miramos y nos devuelve esos viejos recuerdos que contrastan tanto cuando los políticos de turno nos hablaban del futuro, del bienestar, de la asturianía, del porvenir, de la igualdad, etc.

No es que Aurelio nos narre esa época, o describa a parte de esas gentes y esos territorios, no lo hace, porque él sitúa su novela en dos míticos lugares como Nortán y Cadaval, no tan lejanos de Tremañes, pero con ello pone a salvo a sus  personajes, para darles cierta independencia del  territorio y sus circunstancias, pero no por ello dejan de llevar esa eterna piedra prometeica que les marca la existencia tanto a Marina, como a Jorge o a Eugenio, o al propio Ricardo o a Elena, los desmarca de ese territorio que el autor lleva en la retina, pero describe de forma diferirá la formidable y peculiar síntesis  existencial que le tocó vivir.

Es en definitiva una novela de confesiones intimas y existenciales, y un repaso a la agenda política y social del momento que enmarca el quehacer de los personajes, a los cuales uno puede poner nombre y apellidos.

 En fin, una novela que no se cae de las manos y que hace difíciles equilibrios para mantener al lector sujeto a sus páginas, sabiendo de antemano que la derrota de mito de Sísifo ya está decantada desde hace siglo, su aburda condena como lo es en parte la admisiòn de su porpio estadio.

Gracias querido autor y vecino.

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El Autor: Aurelio Peláez Morán (Gijón, 1959) pasó su infancia y adolescencia en la parroquia de Tremañes, encrucijada de vías y caminos que se debatía entre el ritmo bucólico, pausado y atávico de lo rural, y el frenesí industrial que imponían las sirenas de las abundantes fábricas.

De familia obrera y represaliada, aprendió a sobrellevar la piedra de Sísifo, estudió en el instituto Jovellanos y se hizo primero maestro de inglés y luego licenciado en Filología y Filosofía. El ejercicio de la docencia lo llevó a León, Asturias, Francia, Suiza y de nuevo a Asturias, donde concibió esta primera novela, cuya trama se desarrolla en un territorio entre lo imaginario y lo real. La obra intenta aportar algo de aliento a un Sísifo agotado y a punto de abandonar su milenaria tarea.

 Detalles del Libro

  • ISBN/13: 9788411555760
  • Número de Páginas: 246
  • Tamaño: 150 X 210 mm
  • Encuadernación: Tapa blanda con solapas
  • Año de publicación: 2022
  • Editorial: Grupo Editorial Círculo Rojo SL
  • Categoría: FICCIÓN MODERNA Y CONTEMPORÁNEA

Victor Guerra 

domingo, 27 de noviembre de 2022

LA DERROTA DE SÍSIFO de mano de un tremañense


No parece  que la parroquia de Tremañes de buenas a primeras haya visto nacer en en sus predios muchos autores, aunque escarbando si que aparecen algunos como esta de última generación: Aurelio Peláez Morán (Gijón, 1959) pasó su infancia y adolescencia en la parroquia de Tremañes, encrucijada de vías y caminos que se debatía entre el ritmo bucólico, pausado y atávico de lo rural, y el frenesí industrial que imponían las sirenas de las abundantes fábricas. 

De familia obrera y represaliada, aprendió a sobrellevar la piedra de Sísifo, estudió en el instituto Jovellanos y se hizo primero maestro de inglés y luego licenciado en Filología y Filosofía. 

El ejercicio de la docencia lo llevó a León, Asturias, Francia, Suiza y de nuevo a Asturias, donde concibió esta primera novela, cuya trama se desarrolla en un territorio entre lo imaginario y lo real. La obra intenta aportar algo de aliento a un Sísifo agotado y a punto de abandonar su milenaria tarea.

Su novela que no conozco aún presenta esta sipnosis:

La derrota de Sísifo recrea las siete últimas décadas de la Historia de España a través de la vida de unos personajes corrientes, que encarnan, con sus vivencias y sensaciones cotidianas, la realidad de un mundo vertiginoso, en el que reconocer la inutilidad de la existencia solo produce desilusión y desconcierto. Desde la consciencia de que el tren que se ha perdido no vuelve y de que el próximo no será el mismo, los personajes sobreviven a la dureza del día a día con el sueño de una nueva oportunidad y con la incertidumbre propia de quien se enfrenta al orden lineal de la vida y va dejando atrás renuncias que refuerzan la frustración ante un final inexorable. Recuerdos de la España gris que, a pesar de la esperanza que supuso la transición, ha desembocado, con su propio caos, en el océano de esta civilización deshumanizada, que se desmorona en medio de un nihilismo en el que el esfuerzo y la voluntad infinita de Sísifo resultan una quimera. 

ISBN/13: 9788411555760  Num. Páginas: 246   Tamaño: 150 X 210 mm  Encuadernación: Tapa blanda con solapas  Año de publicación: 2022  Editorial: Grupo Editorial Círculo Rojo SL Categoría: FICCIÓN MODERNA Y CONTEMPORÁNEA

lunes, 19 de septiembre de 2022

Tremañes honra a Cándido Viñas

 


Tremañes honra a Cándido Viñas: «Era muy querido por todos»

Su familia y amigos, la Red Ignaciana y los antiguos alumnos de la Laboral despiden al cura obrero con una misa de acción de gracias

MARÍA AGRAGIJÓN.

La parroquia de San Juan Bautista recordó ayer en una misa de acción de gracias organizada por la Red Ignaciana de Asturias al que fuera su párroco durante más de cuatro décadas, Cándido Viñas, fallecido el pasado 5 de agosto en su pueblo natal Villagarcía de Campos (Valladolid). Conocido por su gran labor comunitaria y de mejora de las condiciones de vida del barrio, sus vecinos relatan que Cándido «era un hombre muy querido por todos».

La iglesia estaba abarrotada de personas. Nadie quiso perderse este tributo colectivo póstumo al cura obrero que hizo de Tremañes «un lugar mejor para todos». Acudieron su familia y vecinos, la comunidad parroquial, la Compañía de Jesús y los antiguos alumnos de la Universidad Laboral, espacio en el que impartió clases durante un tiempo. Todos destacaron de él su cercanía y cariño hacia quienes le rodeaban, «siempre te sentías a gusto con Cándido», manifestó su vecino Jesús Álvarez. A título personal, el actual párroco del barrio, Jesús Ángel Fernández, quiso señalar el profundo gozo que sentía «de haberle pertenecido y que él nos haya pertenecido».



Fue una eucaristía muy emotiva en la que no faltaron palabras de agradecimiento y celebración hacia la figura de Viñas, como las que le dedicó Manuel Nevares, presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad Laboral: «No era una persona de lecciones magistrales, pero tenía una oratoria vital impresionante. Qué suerte tuvimos los que cruzamos nuestras vidas con la de Cándido». Y es que Viñas fue una persona trascendental que cambió el barrio completamente. De la mano de la asociación vecinal, contribuyó a la construcción del colegio, el centro social y al asfaltado de caminos, entre muchas otras labores de conciencia vecinal.

La misa se celebró ayer porque, por motivos sanitarios, los vecinos y la comunidad parroquial no pudieron desplazarse hasta la localidad vallisoletana para el funeral de Cándido, así que decidieron organizar este homenaje de despedida en septiembre.