miércoles, 3 de octubre de 2018

Tremañes pìerde al entrañable cura Cándido Viñas

El jesuita Cándido Viñas se despide de Tremañes tras 40 años como párroco

"Me voy muy triste, pero con la gente del barrio en mi corazón", asegura uno de los primeros sacerdotes obreros de Gijón en su última misa

01.10.2018 | 03:32
El jesuita Cándido Viñas se despide de Tremañes tras 40 años como párroco
Cuando Cándido Viñas llegó a la parroquia de Tremañes en 1973 como colaborador del recordado José María Díaz Bardales poco podía imaginar que se iba a quedar en entres sus gentes durante más de 40 años. Y tampoco podía sospechar que se iría del barrio "muy muy triste", con los 84 años ya cumplidos, a cubrir la última etapa de la vida a la Villagarcía de Campos que lo vio nacer, allá en la llanura de Valladolid. Y es quela vida le ha pasado al sacerdote jesuita "como un suspiro", y la hora de la jubilación le ha llegado casi sin querer, envuelta eso sí en múltiples capas de agradecimiento.
Sus parroquianos quisieron brindarle ayer, con motivo de la misa dominical, el homenaje que se merecía, tal cual es él: sencillo y emotivo. No hubo grandes fastos ni grandes regalos, pero le entregaron el mejor de los presentes: el cariño concentrado de decenas de fieles apiñados en el templo de San Juan Bautista para ofrecerle un largo aplauso en pie, resumen de lo que se merece toda una vida de entrega y dedicación. "Me llevo lo mejor, que es la gente de Tremañes en mi corazón",aseguraba antes de oficiar la misa entre besos y abrazos de los suyos, los que lo consideran "de la familia, porque Cándido siempre ha estado presente, en las bienvenidas y las despedidas", como quiso reconocerle una feligresa.
"¿Qué queréis que os diga ahora?", interpeló el sacerdote en la homilía, visiblemente emocionado, antes de recordar los pasos que fue dando en la vida antes de llegar a Gijón como uno de los primeros curas obreros de la ciudad, de esos que dejan huella a base de trabajo y sintonía con el pueblo. "Me voy de vuelta a Valladolid, a una casa de la Compañía de Jesús en el pueblo en el que nací, en el que pasé la niñez y algunos años de mi juventud", relató Viñas en su intervención, antes de recordar cómo completó su formación con los jesuitas como maestro en la Universidad Laboral a principios de los años 60. De las aulas se incorporaría al tajo: "pasé unos años en La Felguera y Sama, en La Agüeria, detrás de la iglesia", y de allí, de nuevo a Gijón, para echar tres años trabajando en el Dique de Duro Felguera "con un permiso especial del entonces cardenal Enrique Tarancón".
De todos los años como párroco en Tremañes, cargo al que accedió en 1980, después de un periodo de formación y colaboración con Bardales, "no me arrepiento de nada de lo que hice", confesó en el púlpito. "Siempre he querido contar con los demás, hay que estar cercano para que entre todos hagamos un mundo mejor", rememoró ayer quien también trabajó como recogedor de basura "cuando la basura se echaba a mano en el camión", y quien siempre estuvo a pie de calle, echando una mano en una obra o tomando un vasín con los parroquianos porque esa era la mejor forma de sentirse uno más y palpar de cerca los problemas.
"Hoy os digo muchas gracias y no lo digo por quedar bien; os pido perdón si alguna vez metí la pata, aunque no tengo conciencia de haberlo hecho, y también os pido disculpas si por la calle no os saludo, porque veo muy mal", contó a sus feligreses antes de concluir la homilía asegurando que "me voy muy triste porque me marcho de Asturias, me marcho de Gijón y me marcho de Tremañes; volveré a visitaros".
Nada más pudo añadir Cándido Viñas porque lo interrumpieron los aplausos de la concurrencia, puesta en pie y emocionada. Y como la ocasión lo merecía, muchos parroquianos quisieron tomar la palabra para dedicar unas palabras de agradecimiento a su párroco. El primero fue el concejal de Obras, Manuel Arrieta, quien resaltó "la gran importancia que ha tenido Cándido para Gijón; siempre buscando la mejora de los ciudadanos".
Luis Manuel Flórez, Floro, responsable de Proyecto Hombre, quiso dejar claro que Cándido "ye un paisano tal y como se entiende en Asturias, que nació en Castilla pero es gijonés, del Sporting y de Tremañes de adopción, comprometido con el pueblo obrero desde el primer momento". "Hay una soldadura entre Cándido y Tremañes y es muy extraño romperla", continuó Floro, quien afirmó que "es como que no nos creemos aún que se jubile y que se vaya a ir, porque es una institución, un referente para luchar por lo importante, un hombre lleno de ternura, de sencillez, un hombre de fe que verdaderamente nos acerca al reino de Jesús. Pero la vida se impone y volverá a su tierra, y nosotros recordaremos siempre la buena persona que es".
Varios feligreses más quisieron dar las gracias también por "aportar su compromiso, su dignidad y por acogernos siempre" por "dar siempre prioridad a las personas y sus necesidades". Cándido Viñas, abrumad por las muestras de cariño, no pudo más que mirar al suelo con humildad y asentir dando las gracias como es él. Con sencillez y naturalidad.

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